Cuba: Unión Europea son lacayos de los EE.UU.

25/06/2006

Cuba crà­tica fuertemente a la subordinacià³n de la Unià³n Europea al imperio yanqui ante la Cumbre en Viena.

Como ha sido ampliamente informado,
durante su discurso en el Segmento de
Alto Nivel del nuevo Consejo de Derechos
Humanos en Ginebra, el pasado 20 de
junio, nuestro Canciller Felipe Pà©rez
Roque realizà³ una contundente denuncia
acerca de la creciente confabulacià³n de
Estados Unidos y la Unià³n Europea.

 

Apenas veinticuatro horas despuà©s, la
Unià³n Europea ha vuelto a dar pruebas de
su vergonzosa doble moral en materia de
derechos humanos y su tradicional
subordinacià³n a la polà­tica agresiva de
Estados Unidos contra el Tercer Mundo,
entre ellos Cuba, que será sede de la
Cumbre del Movimiento de Paà­ses No
Alineados en septiembre de este año.

 

El
21 de junio se celebrà³ en Viena la
Cumbre Trasatlántica anual entre Estados
Unidos y la Unià³n Europea, que concluyà³
con la adopcià³n de una Declaracià³n Final
en la cual la superpotencia y su aliado
menor presentan una visià³n hegemà³nica,
neocolonizadora, amenazante y
manipuladora acerca de la situacià³n
internacional y de una veintena de
paà­ses fundamentalmente del Tercer
Mundo.

 

En
dicha declaracià³n, Estados Unidos y sus
socios europeos se erigen otra vez en
jueces planetarios, y se recrean en su
aficià³n a invadir la soberanà­a de otros
y a dictar polà­ticas hacia un grupo de
paà­ses que, curiosamente, coinciden con
los que el gobierno norteamericano ha
incluido por años en sus listas negras.

 

Lo
más escandaloso, sin embargo, es que en
la Declaracià³n Conjunta Estados
Unidos-Unià³n Europea no se hace la más
mà­nima referencia a la dramática
situacià³n de los prisioneros que Estados
Unidos mantiene en la ilegal Base Naval
de Guantánamo y que son và­ctimas de
atroces torturas, ni mucho menos al
hecho de que se trata de un espacio de
Cuba ilegalmente ocupado por el gobierno
de Estados Unidos y debiera devolverse a
nuestro paà­s. ¿O es que la Europa
colonialista piensa donárselo a Estados
Unidos?

 

Tampoco se mencionan los cientos de
"vuelos secretos" utilizados por Estados
Unidos para transportar, bajo el efecto
de drogas y privadas de visià³n, a
personas secuestradas en otros estados
que hicieron escalas en paà­ses de la
Unià³n Europea con la obvia complicidad
de sus gobiernos.

 

En
dà­as previos a esta Cumbre, fogosos
representantes europeos habà­an declarado
su firme propà³sito de exigir a Bush el
cierre del campo de concentracià³n y
torturas de Guantánamo, pero cuando este
llegà³, desaparecià³ el entusiasmo y tuvo
que ser à©l mismo quien, por iniciativa
propia, lo mencionara en su conferencia
de prensa. Melosamente, Bush declarà³ que
deseaba cerrar el centro de torturas,
añadiendo que compartà­a las
preocupaciones europeas, pero que todos
estarà­amos en peligro si liberara a los
secuestrados y no hizo el menor
compromiso. La insà³lita respuesta
europea fue que "no debemos ser ingenuos
ante la nueva amenaza" del terrorismo.

 

Ya
la Unià³n Europea habà­a impedido el
pasado año que se aprobara en la
Comisià³n de Derechos Humanos una
investigacià³n sobre las masivas,
flagrantes y sistemáticas violaciones de
derechos humanos en la Base Naval de
Guantánamo.

 

Pero lo nuevo en esta Cumbre es que esa
vieja polà­tica de subordinacià³n y doble
rasero se constituye en posicià³n oficial
y pública de la Unià³n.

 

Fue
la Cumbre de un solo lado del Atlántico.
Europa cedià³ cobardemente en todo y
quedaron al desnudo, de una parte, su
subordinacià³n y, de otra, su
coincidencia estratà©gica con Estados
Unidos en la expoliacià³n de los miles de
millones de seres humanos que viven en
los paà­ses del Tercer Mundo.

 

Es
pura retà³rica la mencià³n en la
Declaracià³n a los denominados Objetivos
de Desarrollo del Milenio de las
Naciones Unidas que no se han cumplido
ni se cumplirán jamás bajo el injusto
orden mundial que el nuevo documento
sustenta y pretende acentuar. Ífrica,
que merecià³ varias páginas en la Cumbre
anterior, ahora se excluye. Se habla
socarronamente del medio ambiente, pero
Europa no se atreve a reclamar a Estados
Unidos que se incorpore al Protocolo de
Kyoto.

 

El
único párrafo sobre Iraq omite
totalmente la guerra de agresià³n y la
ocupacià³n del paà­s, la muerte de cientos
de miles de civiles inocentes a
consecuencia de esa guerra injusta, las
torturas, y el hecho bien conocido hoy
de cà³mo se engañà³ al pueblo
norteamericano y a otros en Europa para
desatar esa brutal invasià³n.

 

Hay
varias páginas sobre el problema
energà©tico que sirven para declarar que
ahora se busca la "seguridad energà©tica"
en vez de la cooperacià³n, para deslizar
veladas amenazas en circunstancias en
las cuales se libra una guerra por el
petrà³leo y para advertir que el mercado
y los acuerdos contractuales con sus
transnacionales son intocables. No hay
una palabra de reconocimiento a su
responsabilidad con la crisis energà©tica
ni de compromiso de modificar los
irracionales patrones de consumo que la
originan.

 

Defienden en el texto la "guerra contra
el terrorismo" y se proponen incrementar
la cooperacià³n con el pretexto de negar
refugio a los terroristas, pero Europa y
Bush tienen que callar sobre el
escandaloso santuario creado por el
propio Presidente de Estados Unidos para
Posada Carriles y el terrorismo contra
Cuba y sobre el secuestro de cinco
jà³venes luchadores antiterroristas
cubanos cuya sentencia fue hace meses
anulada.

 

Los
representantes europeos tampoco se
atreven a denunciar las ejecuciones
extrajudiciales realizadas en otros
paà­ses de las que se vanagloria
públicamente Bush, las detenciones
arbitrarias, la vigilancia ilegal contra
los ciudadanos estadounidenses, ni otras
violaciones de sus derechos civiles.

 


CUBA NO PODÍA FALTAR...

 

Cuba, por supuesto, no podà­a dejar de
ser objeto de esta conspiracià³n
trasatlántica. Es tal la obsesià³n
patolà³gica del imperio por destruir a la
Revolucià³n cubana que no dudà³ en
comprometer hasta el ridà­culo a sus
aliados europeos en esta cruzada.

 

El
21 de junio, la Unià³n Europea por
primera vez acepta incluir en un
documento conjunto con los Estados
Unidos su preocupacià³n por la situacià³n
de los derechos humanos en Cuba, nuevo,
bochornoso y cà­nico capà­tulo de
sometimiento a los dictados de
Washington.

 

El
texto obviamente no menciona el genocida
bloqueo econà³mico, financiero y
comercial de Estados Unidos contra Cuba
ni la aplicacià³n extraterritorial de
à©ste en Europa a travà©s de la Ley Helms-Burton
y otras. La UE demuestra de esta forma
que carece de capacidad para resistir la
presià³n norteamericana y para articular
una polà­tica propia e independiente
hacia Cuba.

 

La
Unià³n Europea da este paso,
precisamente, en momentos en que el
gobierno de Bush intensifica el bloqueo
y las agresiones contra Cuba, no
descarta la opcià³n militar, y proclama
abiertamente que su polà­tica hacia
nuestro paà­s es el "cambio de rà©gimen".
La Unià³n Europea deberà­a aclarar si esto
significa que ha decidido sumarse al
"Plan Bush" contra Cuba y si ahora,
además de coincidir en los fines,
coincide tambià©n en los mà©todos
fascistas que este aplica. Desprecio es
lo que merecen ambos por parte de Cuba.

 

A
Cuba no le sorprende en lo absoluto esta
pà©rdida de recato de una Unià³n Europea
que recibià³ el repudio de sus electores
en varios paà­ses, sufre una grave crisis
de legitimidad e identidad y que nunca
ha sido más dà©bil y dependiente de
Estados Unidos que en la actualidad,
cuando algunos de sus nuevos miembros,
con franca vocacià³n de satà©lites, como
la República Checa, trabajan desde su
interior al servicio de los intereses
más espurios de la ultraderecha
norteamericana y de la mafia de Miami.

 

En
diciembre de 1996, habà­a sido adoptada
la llamada Posicià³n Común, a iniciativa
de Josà© Marà­a Aznar, conocido perro
faldero del imperio, y a partir del
borrador, escrito en inglà©s, enviado por
el entonces subsecretario de Comercio,
Stuart Eizenstat, la cual condiciona las
relaciones de la Unià³n Europea con Cuba
al cambio de nuestro sistema econà³mico,
polà­tico y social.

 

Ya
en abril de 1997 y en mayo de 1998, la
Unià³n Europea habà­a claudicado ante las
presiones de Estados Unidos y firmado
sendos Entendimientos, mediante los
cuales renuncià³ al derecho a proteger a
sus empresarios interesados en realizar
inversiones en Cuba. El 20 de julio del
2005 habà­a pactado con Estados Unidos, a
cambio de nada, su retirada de un
litigio en la OMC contra el robo de la
marca Havana Club, a pesar de los daños
que esto ocasionaba a una importante
empresa europea y su renuncia a ejercer
sus derechos al respecto en el futuro.

 

En
el 2000 y luego en el 2003, tambià©n bajo
presià³n norteamericana, la Unià³n Europea
habà­a boicoteado el ingreso de Cuba al
Convenio de Cotonou, que hubiese
permitido a nuestro paà­s acceder a un
trato preferencial en sus relaciones
comerciales con este bloque.

 

Pocas semanas atrás, la Unià³n Europea
llegà³ a un acuerdo secreto, negociado en
Bruselas, a travà©s del cual se
comprometià³ a no votar por Cuba y a
trabajar estrechamente junto a Estados
Unidos contra nuestra candidatura al
nuevo Consejo de Derechos Humanos, para
el que Cuba obtuvo una merecida y amplia
votacià³n y del que Estados Unidos quedà³
excluido al renunciar a someterse a una
eleccià³n en la que seguramente habrà­a
sido derrotado.

 

Hace sà³lo unos dà­as, el 12 de junio, los
Cancilleres europeos, reunidos en
Luxemburgo, asumà­an por primera vez el
lenguaje norteamericano acerca de
acelerar una supuesta transicià³n en
Cuba, y se planteaban estrategias para
apoyar de forma práctica y oficial a la
contrarrevolucià³n organizada y pagada
por la Seccià³n de Intereses y el
gobierno de Estados Unidos. Dejaban
nuevamente en suspenso las sanciones
diplomáticas contra nuestro paà­s, con
las que en el año 2003 intentaron
aislarnos y que resultaron en el
ridà­culo fracaso que llevà³ a
suspenderlas al año siguiente a quienes
no han tenido la dignidad de reconocer
el error y eliminarlas definitivamente.

 

La
alianza de la Unià³n Europea con Bush es
patà©tica. No tienen la autoridad moral
ni la capacidad de dictarle condiciones
o imponerle decisiones a Cuba. No lo ha
podido el propio imperio. Es muy poco el
poder de los lacayos.