Alegato de inocencia: Vengo a reclamar mi derecho a la justicia

24/08/2003

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

A los juristas, autoridades y los que no son ni juristas ni autoridades:

Desde hace ya casi 20 años que los medios de comunicacià³n en Chile en mi caso violan los más elementales principios jurà­dicos, en especial la presunsià³n de inocencia de cualquier acusado.

He sido tratado por los medios de prensa como participante en la accià³n que culminà³ con la muerte del general Urzúa en 1983, cuestià³n que niego categà³ricamente.

Creà­a y creo legà­timo, como lo establece la carta de principios de las Naciones Unidas, el levantamiento en armas contra los que acabaron con el gobierno legalmente instituido de Salvador Allende. Creo haber cumplido mis funciones como parte del pueblo en resistencia con honestidad y dignidad. Jamás se me habrà­a pasado por la mente al tomar un soldado prisionero, desaparecerlo, torturarlo y arrojarlo al mar desde un helicà³ptero. Los compañeros que conocà­ en esa à©poca tambià©n eran seres humanos dignos y altruistas, dispuestos a los mayores sacrificios por poner fin a la noche negra de Chile y coadyuvar a que la verdadera democracia pudiese volver.

Por eso tengo mi frente alta y clara y miro de cara a las actuales instituciones chilenas con la certeza de que hoy es posible dilucidar este caso de una vez.

Es de conocimiento público que despuà©s de la muerte del general Urzúa, los grupos resistentes que caà­an en manos de la DINA-CNI eran asesinados, sus casas atacadas con lanzacohetes, en fin, una furiosa razzia se dejà³ caer sobre los que luchaban por la democracia con las armas en la mano. En ese contexto, la única solucià³n era salir del paà­s y por eso buscamos refugio en la Nunciatura Apostà³lica donde hicimos entrega de las armas que portábamos, con lo que de hecho estábamos cumpliendo con los principios de la Convencià³n de Ginebra con relacià³n a los conflictos armados.

Mi aparicià³n en los diarios por ese motivo llevà³ a los que torturaban a Jorge Palma Donoso a mostrarle mi foto preguntando si acaso era yo el otro participante de la operacià³n Urzúa realizada por el comando Miguel Enrà­quez del MIR, y a ello Palma respondià³ afirmativamente, lo que permitià³ a la DINA-CNI practicamente cerrar el caso con la incorporacià³n de mi nombre. Sà³lo que Jorge Palma, cuando pudo hablar, declarà³ publicamente que dicha afirmacià³n habà­a sido arrancada por torturas e inducida por los que le apremiaban fà­sicamente. Jorge Palma declarà³, y asà­ aparecià³ en los diarios, que no me conocà­a, que yo no habà­a estado en esa accià³n armada y que desmentà­a la afirmacià³n extraida de forma ilegà­tima.

No es posible, señores juristas, señores autoridades y señores que no son ni juristas ni autoridades, que frente a estas dos declaraciones, una extraida bajo las peores torturas y la otra cuando la palabra puede emitirse libremente, los medios de prensa se hagan eco de la primera versià³n, la de mi culpabilidad, y descarguen una campaña mediática en mi contra. No les fue difà­cil en esa à©poca involucrar mi nombre y enlodar mi limpia trayectoria como luchador por los más elevados valores sociales.

Para más …‘conviccià³n´, los servicios secretos de la à©poca hicieron circular la noticia de que entre las armas entregadas a la Nunciatura habà­an algunas que fueron utilizadas en la operacià³n Urzúa, por lo que denotan que su carácter …‘secreto´ era estrictamente funcional. La idea de la DINA-CNI era juzgarme publicamente y atraer a la opinià³n pública hacia la versià³n extraida bajo tortura, escondiendo y enterrando para siempre la última declaracià³n de Jorge Palma justamente porque obraba en mi favor. Los medios reproducà­an una y otra vez las …‘pruebas´ fabricadas que se esgrimà­an en mi contra, pero nunca tuvieron la honradez de repetir una sola vez el desmentido de Jorge Palma.

La propia DINA-CNI, que dice saber tanto sobre el caso, sabà­a perfectamente que esas armas eran utilizadas en acciones diversas y luego devueltas a un depà³sito central. Un periodista dijo que era extraño que se llegara con las mismas armas, que habà­a algo no explicado allà­, pero nuevamente el silencio se impuso y continuà³ la parafernalia acusatoria que buscaba hacer de una mentira una verdad a fuerza de repetirla.

De modo que he sido juzgado y condenado, he sido declarado culpable por la DINA-CNI y por la prensa. La propaganda ha instalado esa idea en un sector de la opinià³n pública, por lo que hice la opcià³n de no entregarme ni dejarme detener, pues caerà­a de lleno en un juego de cartas marcadas.

20 años han transcurrido, señores juristas, autoridades y los que no son ni juristas ni autoridades. Hoy ya es posible diferenciar los tribunales civiles de los tribunales militares. Hoy ya es posible reivindicar el debido proceso. No sà© si será posible exigirle a la prensa que en vez de levantar otra campaña mediática, respete los principios esenciales de todo acusado, de que es inocente en tanto no se pruebe lo contrario, que divulguen la idea de mi inocencia y que sean los propios servicios secretos de la à©poca los que aporten, si pueden, la carga de la prueba acusatoria, que mis descargos ya los harà© en su momento y en su lugar con mi abogado.

Pero esos 20 años no los he pasado encerrado en mà­ mismo, pues si algo ha motivado mi comportamiento durante la dictadura y durante el exilio, ha sido el hambre y sed de justicia y la realizacià³n efectiva de los derechos humanos. 20 años he pasado luchando por ello en los más diversos paà­ses, de donde debà­a salir por la injusta persecusià³n a que se me sometà­a. Mi primer destino fue Cuba, a donde lleguà© como refugiado de ACNUR y me graduà© en la carrera de Derecho, me asocià© a la Unià³n Nacional de Juristas de Cuba y trabajà© en asuntos de vivienda y poblacià³n en el Municipio de Centro Habana.
Luego en 1990 fui invitado a Brasil por la actual Universidad Metodista de Sao Paulo y ministrà© clases en varias universidades, entre otras, las disciplinas de Filosofà­a del Derecho, Derechos Humanos, Derecho Penal, Historia del Derecho y me desempeñà© como profesor de pos-graduacià³n en la Universidad Sao Francisco a cargo de la disciplina de Derecho Penal Comparado.

Asimismo fui miembro de la Comisià³n de Derechos Humanos de la Orden de Abogados de Brasil OAB-Sao Paulo y asesor de la Asociacià³n de Consejos Tutelares de Defensa de los Derechos del Niño y del Adolescente. Me desempeñà© como asesor de la Asociacià³n de Oficiales de Justicia del Estado de Sao Paulo y asesor de la Secretarà­a General de la Federacià³n Nacional de Trabajadores del Poder Judicial de Brasil. Fundà©, junto al Sindicato de Psicà³logos de Sao Paulo, la Comisià³n Permanente por los Derechos de los Marginados, asà­ como fundà© y fui coordinador de la red de Escritorios Jurà­dicos Populares de Brasil, junto a grupos de estudiantes, abogados y otros profesores de Derecho. Hasta el dà­a de hoy diversos juristas brasileños reconocen mi papel en la promocià³n de los derechos humanos y la formacià³n de juristas con sensibilidad social hacia las capas más necesitadas de la poblacià³n. Publiquà© tambià©n en Brasil el libro …‘Introduccià³n a la Ciencia del Derecho y Derecho Alternativo´ que se encuentra, entre otras, en la biblioteca de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sao Paulo y es utilizado por profesores en varias universidades brasileñas.

En Mozambique me desempeñà© como asesor del director de la Facultad de Derecho de la Universidad Eduardo Mondlane y consultor del Ministerio de Agricultura para asuntos de comunicacià³n e investigaciones junto al campesinado. En Sudáfrica trabajà© con Planact, entidad que realiza investigaciones y formacià³n comunitaria.

Al mismo tiempo, diversos barrios perifà©ricos de ciudades de Brasil, Bolivia, Sudáfrica. Mozambique y otros, fueron escenario de mis actividades con niños y jà³venes en investigaciones de campo, cantos, bailes y juegos, en la búsqueda de nuevas modalidades de entender los comportamientos y anhelos de un grupo que se une para la reconstruccià³n del ser social comunitario, autà³nomo, libre y creador, el sujeto de la democracia, la base motriz de todo proyecto social, el hombre común y la mujer común, el sujeto de la pobreza, el sujeto social que en medio de la marginalidad y la miseria es capaz de soñar y hacer de sueños realidades, la emancipacià³n, que debe comenzar en los corazones de cada uno, ya no más desde las teorà­as, las ideologà­as, tácticas y estrategias, sino en la práctica de la vida en común y la alegrà­a de ser, en el abrazo cotidiano con los otros y la mirada cara a cara, la solidaridad, el respeto y el afecto, las manos tomadas y el recomenzar a ver el mundo desde los sentimientos más profundos compartidos.

He cambiado, claro que he cambiado, he crecido como un árbol con las raà­ces firmemente en la tierra, en nuestra Pachamama, desplegando mis ramas hacia el infinito, y ahora vengo a acariciarme con las otras raà­ces, a transformarme en bosque, donde muchos árboles y sueños puedan entretejer caminos hacia el horizonte.

Por eso reivindico mi derecho a la justicia, que se ponga fin a la campaña infame que se ha realizado en mi contra, que se me permita caminar libremente y sentir el viento de la cordillera y la brisa del mar en mi cara, que se me permita continuar mi camino de docencia para enseñar a aprender, pues no tengo nada nuevo a transmitir a no ser mis viejas ganas de vivir y ser libre, de reir, cantar, saltar, bailar, darme vueltas de carnero y subir montañas, como la cancià³n en francà©s que enseño siempre en los grupos con que he convivido:

AEnfant de la mountagne
Je retourne, je retourne
Enfant de la mountagne
Je retourne en chantant

La fatigue me gagne
Mais mon coeur, mais mon coeur
La fatigue me gagne
Mais mon coeur est content.

Y que se puede traducir en algo asà­ como:

Niño de la montaña
Yo regreso, yo regreso
Niño de la montaña
Yo regreso cantando.

El cansancio me gana
Pero mi corazà³n, pero mi corazà³n
El cansancio me gana
Pero mi corazà³n está feliz.

Agradezco de antemano a todos, juristas, autoridades y a los que no son ni juristas ni autoridades, las medidas y acciones que se tomen para hacer realidad este grito de justicia y libertad.

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)