Apoyo a la insurrección popular en Irak!

09/04/2004

Declaracià³n del Campo Antiimperialista

Alto el baño de sangre yanqui!

Desde el primer dà­a de la ocupacià³n el pueblo iraquà­ ha resistido contra la invasià³n extranjera. Los yanquis nunca han sido bienvenidos como los libertadores, imagen que querà­an vender al mundo.
La resistencia ha ido tomando formas diferentes y dinámicas diversas según las circunstancias y tradiciones de cada lugar. Incluye manifestaciones callejeras por el retiro de las tropas extranjeras, protestas sociales contra la incapacidad y falta de voluntad de los ocupantes a restablecer los servicios sociales básicos ni mucho menos garantizar empleo, y desde luego la guerra de guerrillas. A pesar de la supremacà­a tecnolà³gica tremenda de los ocupadores, los partisanos han logrado causar perdidas continuas a las fuerzas de invasià³n. El esfuerzo yanqui de una acelerada pacificacià³n de la nacià³n invadida y la construccià³n un rà©gimen tà­tere enfrenta graves problemas. Consiguientemente tienen grandes dificultades a movilizar sus aliados y sirvientes en la comunidad internacional para sostener la ocupacià³n. Incluso en los EE.UU. el reclutamiento de soldados se vuelve cada vez mas difà­cil mientras que la moral de las tropas está cayendo cada dà­a mas.
La ciudad de Faluya es el sà­mbolo de la resistencia iraquà­. Los invasores ya han sido obligados a retirarse de la ciudad en otoño pasado limitándose a patrullas durante el dà­a. El apoyo de todas las capas de la poblacià³n a la resistencia armada es completo. Pero Faluya sà³lo es un ejemplo avanzado de una tendencia que poco a poco se extiende a todo el paà­s.
Las fuerzas de ocupacià³n ahora están atacando Faluya para castigar colectivamente la poblacià³n por su resistencia y para dar una alerta al pueblo Iraquà­ en su conjunto: "Si continúan su lucha de liberacià³n, nosotros continuaremos nuestro genocidio que hemos comenzado en 1990." En esto recurren a los mà©todos utilizados por los sionistas en su opresià³n contra el pueblo palestino. Faluya ha sido encerrado, sitiado, sus barrios e incluso las mezquitas son bombardeados cobardemente por tanques y helicà³pteros. Las ambulancias con heridos son atacados por francotiradores. No hay ni agua, ni comida. Cientos de iraquà­es de Faluya han sido asesinados y muchos mas resultaron heridos.
Polà­ticamente el consejo de transicià³n instalado por los yanquis es completamente aislado – e incluso esos vasallos que necesitan proteccià³n permanente de las fuerzas de ocupacià³n muestran poca voluntad a defender la masacre yanqui en curso.
La única cosa que le queda a los ocupantes es el acuerdo silencioso con la dirigencia chià­ta alrededor del Ayatolah al Sistani a celebrar elecciones controladas para legitimar un gobierno dependiente que podrà­a contar con cierta legitimacià³n popular. Las diferencias con los EE.UU. sà³lo eran el precio a pagar por la colaboracià³n. Sin embargo, ahora todo este negocio podrà­a fracasar frente a los acontecimientos.
Hasta el momento el problema principal del movimiento de resistencia ha sido su dificultad a formar un frente unido de la resistencia como embrià³n de una Estado liberado e independiente. Las diferencias entre las cuatro corrientes predominantes de la resistencia parecen haber impedido tal unidad y contrapoder polà­ticos. La corriente nacionalista árabe, surgido de la amplia realidad del partido Baath y basado sobre todo en antiguos soldados y oficiales, obviamente sà³lo ha logrado un acuerdo con las corriente islámicas sunitas. Entre los dos no hay là­neas de divisià³n claras y se mezclan fuertemente como revela el ejemplo de Faluya. El problema principal por lo tanto ha sido integrar una parte del clero chià­ta opuesta a la ocupacià³n. Mientras que la pobreza urbana chià­ta ha esperado impacientemente la señal a entrar el campo de batalla, la direccià³n alrededor de Muqtada al-Sadr ha vacilado y rechazado la participacià³n en un frente único.
Por último tambià©n la corriente minoritaria de la resistencia compuesta por comunistas disidentes ha vacilado a cooperar con antiguos baathistas que en otros tiempos los perseguà­an.
Una perspectiva polà­tica central tanto para enfrentar polà­ticamente el peligro de las elecciones controladas por los ocupantes como tambià©n para unir a las fuerzas de la resistencia en un frente único apoyado sobre las masas populares, es la lucha para una asamblea constituyente. Pero hasta el momento ninguna de las cuatro corriente ha retomado esta propuesta polà­tica lo que parece un elemento central de la debilidad polà­tica de la resistencia.
Hoy con el levantamiento dirigido por Muqtada al-Sadr sin embargo todo pudiera cambiar. El y su grupo de clà©rigos estaba presionado cada vez mas, por un lado por las fuerzas de ocupacià³n que han tratado de detener su influencia creciente y por el otro lado por los chià­tas pobres de la ciudad que exigieron entrar en accià³n contra los ocupantes. Esto finalmente lo ha obligado a actuar. Las manifestaciones de masas y las masacres brutales de los ocupantes desencadenaron una dinámica que ha llevado a un verdadero alzamiento popular.
En Bagdad y la mayorà­a de las ciudades predominantemente chà­as, las milicias de Al-Sadr atacaron y con frecuencia conquistaron la administracià³n instalada por los ocupantes. El alzamiento que va par en par con la defensa popular de Faluya, bajo asedio y ataque colectivo por los ocupantes, y una guerra de guerrillas intensificada ha desencadenado una dinámica poderosa. Arrastra a la mayorà­a de las clases medias empobrecidas que hasta el momento han sido leales a las tendencias colaboracionistas del clero. En algunos lugares incluso la policà­a iraquà­ construida y dirigida por los EE.UU. ha pasado hacia el lado insurgente.
Las dos confrontaciones paralelas que los ocupantes estadounidenses tienen que enfrentar ayudan a vencer la diferencia entre lo que los medios occidentales suelen llamar la direccià³n sunni y chà­a. (A pesar de que es cierto que las dos direcciones se basan sobre todo en estas comunidades, no se trata de un conflicto religioso. Son los yanquis que tratan de crear este enfrentamiento y transformarlo en algo que ellos llaman "à©tnico" – una simple operacià³n de "divide et impera.") Han surgido señales poderosas de solidaridad y de cerrar filas, como por ejemplo la marcha de socorro a Faluya que ha sido dirigida por ambas comunidades, asà­ como el saludo entusiasta a la insurreccià³n por las fuerzas guerrilleras.
Desde meses los medias corporativos occidentales hablan del peligro de una guerra civil para construir sistemáticamente un argumente de legitimacià³n de la continuada ocupacià³n de Irak por las tropas imperialistas. El encuentro entre la guerrilla y el levantamiento popular es exactamente lo contrario – la unidad del pueblo contra los ocupantes.
Los militaristas del imperio yanqui llaman a cometer un baño de sangre en Irak para acabar con la resistencia. Pero todo el mundo sabe que los EE.UU. no son en grado de continuar su polà­tica unilateral. De otra forma arriesgan un nuevo Vietnam. Para evitar su aislamiento tratarán de involucrar sus aliados con algunas concesiones y dando mas protagonismo a la ONU. A toda costa tienen que evitar que por ejemplo que España retire sus tropas.
Por lo tanto el movimiento contra la ocupacià³n tiene que oponerse a todo acuerdo – con o sin ONU – que no lleve al retiro total de todas las tropas extranjeras. El mundo árabe islámico tiene que tener todo el derecho a la autodeterminacià³n, en particular los pueblos iraquà­ y palestino.

Alto la masacre imperialista en Irak!
Alto la ocupacià³n – tropas extranjeras fuera de Irak!
Apoyo a la resistencia iraquà­ hasta la victoria!
Abajo el imperio yanqui!

Campo Antiimperialista, 9 de Abril