Celebrar la independencia ¿Para qué? ¿Con quién?

17/02/2010
De Oralba Castillo Nájera
Revisar los festejos del Centenario, tanto del inicio de la Independencia, como las conmemoraciones de los cien años de la consumación de la misma y algunas ceremonias del “Grito”, nos permiten comprender las características de Estado-nación presentes en la celebración de la memoria histórica, valores patrios, símbolos e imágenes que caracterizan la identidad nacional en el ritual cívico.

La nación es construcción histórica y simbólica que permite que una población que habita un territorio se identifiqué con una misma historia, reconozca un pasado y futuro común; comparta lengua, costumbres e intereses, tenga conciencia de su unidad y capacidad de disponer de un gobierno propio o aspirar a el.

Sobre estas bases la nación es dinámica y está permanente en juego de construcción, siendo orientada, representada y simbolizada de acuerdo a los intereses de las clases sociales que forman esa entidad territorial. Se deriva de aquí la idea de nacionalidad, como particularidad de pertenecer a una nación.

CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN MEXICANA

En el siglo XVIII comienza a formarse la idea de una nación mexicana, diferente a la Nueva España. Voceros y artífices de esta nueva identidad son los jesuitas expulsados de nuestro territorio en 1767, Francisco Xavier Clavijero, escribió, desde su exilio, la Historia de la Compañía de Jesús en la Nueva España dando cuenta del pasado prehispánico, al cual admira. El barón Alejandro Von Humbolt, con su Ensayo político de la Nueva España de 1808, representó, por vez primera, de manera global las grandezas de nuestro territorio, permitiendo a los criollos ilustrados poseer un espejo de su singularidad diferente a España.

La nación se fue construyendo en la lucha de los insurgentes por la emancipación de España, la independencia se contrapone a los españoles y en nombre de la nación emergente surge una identidad que reclama su propio gobierno, sus leyes y su Constitución.

Con esta mirada nos acercamos a los festejos de la Independencia, fecha fundante de la nación mexicana ¿Qué ha cambiado a lo largo de doscientos años de historia? ¿Qué nación celebramos hoy?

PORFIRIO DÍAZ Y EL CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA

Hace cien años, Porfirio Díaz produjo un discurso abundante y rico en torno a la celebración del Centenario. Inauguró la Columna de la Independencia, el monumento a Juárez y a Humbolt, colocó las primeras piedras o bases de las de Pasteur y Washington realizó obras públicas: drenaje, escuelas, hospitales, manicomio, penitenciarias, parques; montó eventos culturales, desfiles militares, alegóricos e histórico, iluminaciones, gráfica y prensa acompañados de una profusa producción de objetos variados, entre ellos destaca los que muestran los rostros de Hidalgo, Juárez y Díaz enlazados con moños tricolores. Más de treinta diplomáticos acompañaron los festejos, trayendo regalos tan preciados como el traje de campaña de José María Morelos y Pavón, devuelto a España por el marques de Pola Vieja; Francia devolvió las llaves de la ciudad entregadas a Forey, cuando la invasión francesa, el reloj de Bucareli, fue regalado por el último emperador Pu yi, de China, entre fiestas y verbenas se sucedieron los días de septiembre de 1910, con tal fastuosidad que el Centenario, en sí mismo, pasó a ser un referente de nuestra historia moderna.

Don Porfirio y su grupo de Científicos, hicieron cuentas de lo que habían ganado, México quedó a la altura de los centenarios de Estados Unidos: 1876, y los de la Ciudad Luz: 1889. El Centenario proclamó a los cuatro vientos Paz, Orden y Progreso conseguidos en treinta años de poder de Porfirio Díaz.

Para nadie es hoy secreto que detrás del gran boato se cocinaba un estallido popular. Dos meses después del baile de gala en Palacio Nacional, con cinco mil invitados y menú francés se derrumbó la dictadura prolongada y emergió el México bárbaro reclamando su derecho a existir.

El levantamiento causó sorpresa a los asistentes al Centenario, que no habían asomado las narices más allá de residencias, avenidas y palacios, donde fueron agasajados. A pocas cuadras del Zócalo las condiciones de vida eran miserables, sin higiene y falta de servicios. Los campesinos habitaban lujosas haciendas en calidad de peones esclavizados, los obreros en la mina de Cananea habían sido reprimidos severamente, al igual que los textileros de Río Blanco cuya huelga fue rota con violencia. Las cárceles de Belén y de San Juan de Ulúa estaban atestadas de presos políticos.

Hubo otras maneras de recordar la gesta insurgente, la del pueblo marginado. Detrás de vallas formadas por la temible Policía Montada, cuenta Renato Leduc que una muchedumbre de léperos e indigentes caminaban por calles paralelas a la avenida Reforma y al grito de ¡Muera el llorón de ¡Icamole! ¡Muera el viejo cabrón!, la turba llegó a la calle de Cadena número 8 y rompió a pedradas los cristales de la casa del dictador.

Hubo también apariciones relámpago de los opositores a Díaz, los miembros del Partido Anti Reeleccionista Nacional quiénes con el pretexto de celebrar a los héroes se presentaron agitando la imagen de Francisco I. Madero, denunciado el fraude electoral que por séptima vez había puesto a Porfirio Díaz en la presidencia. Los anti reeleccionistas también irrumpieron a gritos en el zócalo, callando al presidente de frac y sombrero de copa, los disidentes agitaron, nuevamente, la imagen de Madero.

Otra nota disonante la pusieron los estudiantes de la Academia de San Carlos enojados porqué el gobierno había mandado construir ex profeso un edificio para la exposición de pintura traída de España, con un costo de 35 mil pesos, en cambio ellos, los nacionales, tuvieron que conformarse con exhibir su obra en los pasillos de la Academia, con un costo de 3 mil pesos. Comenzaban los artistas mexicanos a buscar su propio lenguaje estético, criticando los planes de estudio europeos que dominaban la Academia desde su fundación.

¿Quién iba a pensar, que esos malestares, se articulan en un movimiento armado que literalmente reclamaba otra nación?

Algunos intelectuales tienden a despreciar el Centenario, llamándolo falso, hipócrita, por lo ocurrido dos meses más tarde. Ponen sobre el tapete, entre otras contradicciones, la exclusión de los mendigos en las fiestas, situación real. El periódico El Imparcial pidió que los pobres desaparecieran para no dar la nota frente a los invitados extranjeros. Es por ello que la señora gobernadora de la Ciudad de México y la primera dama organizaron una colecta para vestir de color caqui, sombrero y zapatos a 5 mil desarrapados, disimular su miseria y que pudieran asistir a los desfiles.

Todo eso, y más es verdad, lo cual no nos exime de reflexionar sobre el significado político y cultural del Centenario, en el cual el poder desplegó un discurso sobre la historia nacional.

El Centenario nos remite a la historia patria, cuyo significado nunca es neutral, se trata de reconstruir la memoria y la identidad nacional, poniendo en juego simbólico la legitimidad del Estado- nación, en tanto que organización económica, política, cultural y social.

DESFILE HISTÓRICO, CENTENARIO 1910

Central en las fiestas del Centenario es el desfile histórico, que se realizó del 15 de septiembre, muestra la puesta en escena de la historia alentada por Porfirio Díaz y sus asesores Científicos. Abrió el cortejo Moctezuma II en rico palanquín, cargado por indios descalzos, el Tlatoani lucía exótico penacho, rodeado de tlaxcaltecas y danzantes, alrededor de 800 personajes representaron a los acompañantes de Moctezuma II y Hernán Cortés, la Malitzin desfiló con los conquistadores regiamente vestidos con cascos y portando lanzas, avanzaron por la lujosa avenida reivindicando tres siglos de Colonia, atrás los celebrados: Hidalgo, Allende, Aldama, Morelos e Iturbide, según Paul Garner en su ensayo Reflexiones sobre historia patria y la construcción de la nación mestiza en el México porfiriano; o cómo interpretar las Fiestas del Centenario de 1910, se trató de una concesión a los conservadores. Sin embargo no quedaron sus restos en la Columna de la Independencia, donde descansan: Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos, Ignacio Allende, Vicente Guerrero, Leona Vicario, Juan Aldama, Mariano Jiménez, Andrés Quintana Roo, Mariano Matamoros y más tarde Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria.

El personaje principal del desfile era don Porfirio, de recia presencia mestiza. En innumerables fotos aparece engalanado con medallas, al decir de Renato Leduc eran su escudo por si se lo querían venadear, el anfitrión se encuentra rodeado de diplomáticos y damas vestidas estilo francés que aplauden el colorido desfile impregnado de ambigüedad, españoles e indígenas aparecen en concordia. La narración porfirista, manifiesta una tendencia hispánica acompañada de un indigenismo que idealiza a los indios, a quienes admite siempre y cuando evoquen un pasado ido, que nada tiene que ver con las etnias de carne y hueso, que durante el Centenario padecían opresión, explotación, discriminación, mal trato o situaciones brutales como los yaquis perseguidos por Porfirio Díaz, quien con el pretexto de realizar deslindes de tierras en Sonora, desconoció los títulos ancestrales y los envió en calidad de esclavos a Yucatán. Los que no murieron en el camino ni se suicidaron fueron encadenados a la Casta Divina, latifundistas de henequén. Nada de esto aparece en el desfile histórico en que el dictador justificó gobernar al pueblo amalgamado con el español, él mismo mestizo se enorgullecía de una patria mezclada. El homenaje a la gesta liberal quedó plasmado en el Monumento a Juárez, que el pueblo bautizó como La Peineta junto con la hermosa Avenida, que evoca los Campos Eliseos, bautizada como Reforma. Porfirio Díaz no aceptó erigirse una estatua, no la necesitaba, su adulación personal se manifestaba en las lujosas fiestas del Centenario. .

A los dos meses otra historia, la de abajo, se levantó en Puebla estallando el movimiento armado. Es interesante revisar algunos de los documentos escritos por los caudillos penetrados de pueblo. El Programa del Partido Liberal Mexicano fundado por Ricardo Flores Magón el 1 de julio de 1906; el Plan de Ayala signado por Emiliano Zapata en 28 de noviembre de 1911 y la Ley Agraria de Francisco Villa del 24 de mayo de 1915, ya que en ninguno se cita a Hidalgo, Morelos, Allende ni a Juárez, los líderes claman, desde su presente, por una nación popular, comunitaria, en Zapata agraria con Villa, anarcosindicalista, en su primera fase y socialista en la última del PLM. Los héroes de la patria liberal, parecen no ser necesarios a la hora del combate contra la dictadura, los documentos analizan la situación concreta, señalan al enemigo, cumplen con las tareas de agitación y propaganda, critican la nación usurpada por Porfirio Díaz, se manifiestan contra terratenientes, latifundistas, Ricardo Flores Magón contra los capitalistas. Para los líderes revolucionarios no había llegado el tiempo de contar la historia, para ellos es urgente actuar, definir principios, orientar pasiones, retomar banderas del pueblo, tomar el fusil, el machete, el alma y entregarla a la lucha feroz, primero contra Porfirio Díaz, después contra Francisco I. Madero, (no en el caso de Francisco Villa, sino de Zapata y Flores Magón) y contra el usurpador Victoriano Huerta. En los campos de batalla se luchaba por reconstruir la nación, se peleaba por ella, nuevamente la virgen de Guadalupe acompañó a Emiliano Zapata en su entrada a la Ciudad de México, en su encuentro con Francisco Villa en 1914, nunca estuvo tan cerca de hacerse realidad la nación popular, que venía de lejos, retomaba planes y anhelos de los insurgentes radicales. Zapata y Flores Magón signan sus documentos con la consigna: Reforma, Libertad, Justicia y Ley con lo que claman por otra nación.

LA CELEBRACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

José María Morelos y Pavón fue quien por primera vez conmemoró la gesta de la independencia en Chilpancingo. Presionado, el general por los letrados que exigían definiera el proyecto político de la insurgencia, redactó un programa que levantó las sentidas demandas populares, dicho documento representa lo más avanzado del movimiento insurgente. El general antes de leer Los Sentimientos de la Nación, dota a la patria de un panteón de héroes. Recordó a los indígenas que lucharon contra la Conquista, a quienes funde con los dirigentes de la independencia. Vincula el presente libertario con las raíces de los antepasados. Comenzó su discurso invocando a los genios de Moctezuma, Cacama, Quautimozin, Xicoténcatl y Calzontzin y pasó a convocar a los: “¡Manes de los muertos de las Cruces, de Aculco, de Guanajuato y de Calderón, de Zitácuaro y Cuautla, unidos a Hidalgo y Allende!” Afirma que:

Al 12 de agosto de 1521 (caída de Tenochtitlán) sucedió el 14 de septiembre de 1813; en aquel apretaron las cadenas de nuestra servidumbre en México Tenochtitlán, en esta se rompen para siempre en el venturoso pueblo de Chilpancingo”

“Quiero que se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la independencia y nuestra santa libertad comenzó, pues en ese día fue en el que se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída, recordando siempre el mérito del gran héroe el señor Miguel Hidalgo y Costilla y su compañero, don Ignacio Allende

Quiero que tenga (la nación) un gobierno dimanado del pueblo (…) Quiero que hagamos la declaración que no hay otra nobleza que la virtud, el saber, el patriotismo y la caridad; que todos somos iguales pues del mismo origen procedemos; que no haya privilegios ni abolengos; que no es racional, ni humano ni debido, que haya eslavos, pues el color en la cara no cambia el del corazón ni el del pensamiento; que se eduque a los hijos del labrador y del barretero como al de los más ricos hacendados; que todo el que se queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche, que lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario.

NACE LA NACIÓN MEXICANA

El 16 de septiembre remite a la fundación de la nación mexicana, libre de España. Ya no somos ese hibrido oriundo en Nueva España, seres sin patria, sin identidad, ahora nos reconocemos en un pasado prehispánico, dueños de un porvenir libre de toda otra nación.

Emerge un sujeto histórico nuevo: la nación mexicana con territorio, proyecto asentado en la historia antigua, dotada de padres, costumbres, mitos y símbolos propios. Entre ellos la Virgen de Guadalupe quien representa, por vez primera, la unidad de indios, mestizos y criollos. Surge una nación inspirada en la ilustración, el liberalismo y el guadalupanismo. Morelos, en Los Sentimientos de la Nación, dice:

Que se establezca por la ley Constitucional la celebración del día 12 de diciembre en todos los pueblos, dedicado a la patrona de nuestra libertad, María Santísima de Guadalupe, encargando a todos los pueblos, la devoción mensual.

La nación de Miguel Hidalgo y de José María Morelos está sustentada en la soberanía del pueblo, la cual es imprescindible, inajenable e indivisible. Una nación que levanta demandas del pueblo. En el Bando de Ahuacatillo Morelos reitera los decretos de Hidalgo: abolición de la esclavitud, no distinción de clases ni castas, no pago de tributos y ordena el reparto de los latifundios.

A partir de hoy se entregarán las tierras a los pueblos para su cultivo, sin que puedan arrendarse, pues su goce ha de ser de los naturales en sus respectivos pueblos. Asimismo, faltándonos la moneda corriente de plata y oro para el socorro de las tropas, he resuelto se selle moneda de cobre para el uso del comercio. Las habrá de a peso, tostón, real y medio real, y podrán cambiarse por sus equivalentes de curso legal en cuanto termine la guerra.

El general Morelos fue depuesto del mando militar por los hombres del Congreso de Chilpancingo; los criollos ilustrados temían la concentración de poder político y militar en José María, sus demandas radicales, al igual que las de Hidalgo apuntaban a quebrar las bases económicas, políticas y sociales de la Nueva España al tiempo que dibujaban el programa social y la estructura de gobierno que debía emanar del poder popular.

Desde el inició de la independencia se manifestaron dos proyectos de nación para el México sin España el de los criollos ilustrados que deseaban la independencia sin necesariamente romper con la estructura colonial y la radical representada por Hidalgo, Morelos y Vicente Guerrero.

Con las muertes de Morelos, Hermenegildo Galeana y Mariano Matamoros, llegamos al invierno de 1815 con los ideales de nación popular desmoralizados. A pesar de que en la sierra de Tixtla Vicente Guerrero redobló la lucha con y para el pueblo, heredero del ideario de Morelos hubo de continuar la batalla en forma de guerra de guerrillas, ataques certeros, trincheras inalcanzables, apoyo del pueblo. No pudo Vicente Guerrero extender la insurgencia ni pasar a la guerra de posiciones, como lo logró José María Morelos. Los criollos del Congreso eran perseguidos sin clemencia. Fue Guerrero, al igual que Hidalgo y Morelos hombre de ideas políticas, apoyó a los congresistas con ahínco, pero salía de sus manos el desastre que cundió en las filas insurgentes, al quedarse sin Morelos.

El nuevo virrey Juan Ruiz de Apodaca, sustituyó al sanguinario Calleja del Rey, tenía cualidades políticas, que el rey Fernando VII, recién liberado de su prisión por los franceses, pensó requería la Nueva España. Especulaba que la rebelión había sido derrotada con las muertes de Morelos, Matamoros y Galeana, un político, como Apodaca podía ser útil a la pacificación. El nuevo virrey ofreció amnistía a los alzados. Cientos de miles aceptaron regresar a la “paz” de su esclavitud. Entre ellos doña Leona Vicario y su marido Andrés Quintana Roo cargando a su pequeña hija Genoveva nacida en una cueva en los días en que la persecución a los del congreso arreció. La doña se había negado a claudicar de sus ideas libertarias, sin embargo detenida con su hija, no tuvo más remedio, el licenciado Quintana Roo, que en nombre de ambos acogerse al indulto.

La nación popular se desmoronaba sin que Vicente Guerrero con un grupo de valientes guerrilleros como Pedro Ascencio y Juan Álvarez pudieran tomar la ciudad de México y acabar con el tambaleante poder virreinal.

SE TEJE LA NACIÓN CONTRAREVOLUCIONARIA

Fernando VII regresó al poder en 1814 y se sintió amenazado por las Cortes de Cádiz, de tendencia borbónica y liberal, el Santo Oficio había sido liquidado, sin su brazo armado la iglesia perdía poder, el reconocimiento de los representantes de las colonias en Cádiz, era arma poderosa para la independencia. El rey impuso el absolutismo. El levantamiento del general Rafael Riego lo obligó a reconocer las Cortes de Cádiz. A la Nueva España, las noticias llegaban por barco pausadas y a tiempo. Juan Ruiz de Apodaca temió que, el retorno de las Cortes de Cádiz precipitara la independencia.

En la Ciudad de los Palacios había un grupo de peninsulares, comerciantes, curas y miembros de la Santa Inquisición, entre ellos algunos que habían juzgado a Morelos, que se reunían a conspirar. Una mujer destaca en el círculo secreto: doña Ignacia, la Güera Rodríguez de legendaria audacia y donaire. Los de la Profesa no aceptaban las leyes de Cádiz que atentaban contra sus intereses y urdieron apresurar la independencia bajo el lema de “desatar sin romper”. El virrey Apodaca estaba al tanto de lo que sucedía gracias a la dama, quien insistió en que Agustín de Iturbide era el único capaz de liquidar a Vicente Guerrero.

Iturbide vivía retirado en Agustín de las Cuevas, jugando, bebiendo, gastando dinero a manos llenas, rezando el rosario a voz en cuello rodeado de sus sirvientes propagaba su conducta piadosa.

A Iturbide, la Güera se le atravesó en el camino y como tantos otros, se rindió a su belleza. Sin escrúpulos, imitó la letra de su esposa, pretendiendo que ella escribía a un amante. Acusada de adulterio doña Ana María Huarte fue encerrada en un convento.

La Güera corría de la Profesa a los saraos de Palacio Real y a los brazos de Agustín, persuadiendo al virrey de confiar en Iturbide. Pudieron más los encantos de la dama que los prejuicios del Apodaca contra el general que años atrás había sido acusado por comerciantes de Guanajuato y Guadalajara, de acaparar el azogue, necesario para las minas. Iturbide aprovechaba su cargo militar para desviar las diligencias y monopolizar la venta de azogue de acuerdo a sus caprichos. Sus cualidades de militar cruel y arrogante y la insistencia de doña Ignacia pesaron en el ánimo del virrey, quien aceptó, encabezara Agustín de Iturbide la persecución de Vicente Guerrero.

Una y otra vez fue derrotado el ejército conducido por Iturbide, quedando claro que por ese medio no sometería al guerrillero. Vicente Guerrero como político, no quería se derramara más sangre, envió un emisario a Agustín de Iturbide y se abrió una correspondencia en la que acordaron tres garantías: Independencia, Religión y Unión. Humilde y leal el general Guerrero ofreció servir al mando de Iturbide, al que, sin embargo, reconocía como sanguinario ejecutor de los insurgentes. Se organizó el Ejército Trigarante de la disolución de los ejércitos popular y realista. El último virrey llegado de España, Juan de O Donojú, no tuvo más remedio que aceptar el Tratado de Iguala y firmar con Iturbide el reconocimiento del Imperio Mexicano.

El 27 de septiembre de 1821, Iturbide entró a la ciudad engalanada con arcos triunfales, música, cantos, balcones, terrazas y cornisas desbordadas, el doblar de campanas por calles, plazas y callejones, risas y vítores se escuchaban loando al héroe de la independencia. Revuelto entre los soldados llegó Vicente Guerrero sin pena ni gloria. Agustín cambió la ruta de la marcha, ordenó pararse frente a la Casa Morada donde la Güera lo aplaudía, el general del Ejército Trigarante se quitó el sombrero, arrancó una pluma tricolor que besó antes de que el soldado se la entregara a la dama, quien la pasó coqueta entre sus pechos. Hubo tedeum, cantos, cohetes y fiestas por donde quiera. Once años de guerra habían terminado: ¡Viva la Independencia!

Los Tratados de Iguala y los de Córdoba bajaron las banderas populares, nació un Imperio Mexicano con monarquía moderada y constitución. En Iguala se ofrecía la corona a Fernando VII o alguno de sus descendientes, en los de Córdoba el trono podía ser ocupado por un mexicano, que resultó ser Agustín de Iturbide. La nación popular había sido derrotada militarmente.

HIDALGO O ITURBIDE

Gran parte del siglo XIX continuó el debate político, manifestándose en una guerra civil entre Conservadores y Liberales. República o monarquía, centralismo o federalismo desgarraron el escenario patrio.

Ambos acuñarían la representación de una nación, que para los liberales continuaba bajo las banderas de Hidalgo, Morelos y Allende, a las que se añadía la república fundada en las leyes expresadas en la Constitución de 1857. Siendo parte del ritual republicano la celebración del 16 de septiembre, tal como se realizó a partir de la presidencia de Guadalupe Victoria, que subió al poder cuando a Iturbide se le cayó la corona y tuvo que huir con su familia rumbo al exilio en Italia.

Vicente Guerrero llegó a la presidencia en 1829, se mantuvo en el poder escasos meses, en septiembre celebró el 16 recordando a Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, José María Morelos, Hermenegildo Galeana y Mariano Matamoros. La amenaza de una invasión española lo llevó a las armas. El vice presidente Anastacio Bustamante aprovechó su ausencia, para desconocerlo como presidente. Guerrero se retiró a su tierra con su mujer e hijos. El miedo aconsejó a Bustamante, quien urdió una traición para asesinarlo. El general Vicente Guerrero fue fusilado el 14 de febrero de 1831.

Durante los terribles años de la guerra civil, perdimos más de la mitad del territorio, fuimos invadidos por norteamericanos y franceses, once veces ocupó la presidencia Santa Ana, unas veces como liberal otras tantas como conservador. Padecimos otro imperio, Maximiliano de Habsburgo llegó a México en 1864, Juárez y un puñado de hombres liberales, excepcionales por su inteligencia y audacia llevaron la República a cuestas, declarando la muerte al enemigo extranjero. Los juaristas republicanos triunfaron en 1867. Durante estos años indistintamente se celebró la Independencia, recordando la histórica fecha con Hidalgo o con Iturbide, el 16 o el 27 de septiembre. Cuenta Paul Garner en su ensayo anteriormente citado, que las celebraciones de 1825 a 1855, se realizaban, a veces impulsadas por la masonería liberal o el ritual de York, conmemorando a Hidalgo y otras veces la masonería conservadora o escocesa, celebraba a Agustín de Iturbide el 27 de septiembre. Fue, según este autor, hasta la derrota definitiva de Santa Ana en 1855, que se eliminó la fecha iturbidista, quedando victoriosa la versión liberal con una genealógica de los héroes nacionales: Cuauhtémoc, Hidalgo, Morelos, Allende, Benito Juárez y Melchor Ocampo.

EL CENTENARIO DE 1821

Quiso la ironía que a Porfirio Díaz le correspondiera celebrar el Centenario del inicio de la independencia, siendo él un conservador y la celebración del Centenario de la Consumación de la Independencia a Álvaro Obregón personaje emergido de la revolución.

El 27 de septiembre de 1921, se celebró la entrada del Ejército Trigarante al mando de Agustín de Iturbide a la Ciudad de México. Para distinguirse del suntuoso Centenario de Porfirio Díaz, enemigo acérrimo de la revolución, Obregón enfatizó el carácter popular de las fiestas, el pueblo no sería contemplador, sino partícipe. La prensa jugó un papel preponderante convocaron concursos literarios, científicos y artísticos. Álvaro Obregón inauguró carreteras y escuelas “Centenario” en cada municipio de la capital. Aprovechó el momento para estrechar lazos con países amigos y buscar relación con los EE.UU., envió mensajes a los cuatro vientos sobre la paz y tranquilidad del país. Hacia el interior balbuceo un discurso nacionalista oficial y titubeante, no todos comprendían la historia reciente ni el significado de la lucha armada.

En 1919, a traición Carranza mandó asesinar a Emiliano Zapata, en mayo de 1920, Obregón ordenó liquidar a Venustiano Carranza, siendo asaltado y asesinado en Tlaxcalaltongo Puebla; para 1921, Ricardo Flores Magón padecía nuevamente cárcel en los Estados Unidos. Mientras Francisco Villa, vencido en Celaya por el general Obregón, se retiró a Durango a su hacienda el Canutillo. Cuando Álvaro Obregón encabezó la celebración de la Consumación de la independencia, no existía un discurso oficial que diera cuenta de lo ocurrido, frescos los acontecimientos en la memoria viva del pueblo multi étnico y multi cultural, al que iba dirigido el discurso oficial que pretendía unificar y orientar la historia patria a su favor, José Vasconcelos aconsejaba que: “se unificara con el exquisito don de la cultura”. Hubo opera, verbenas, exposiciones, kermeses, corridas de toros y visita a Teotihuacan. Nuevamente la apelación a la cultura prehispánica, velada por la idealización de una raza que no acababa de extinguirse a pesar de los proyectos liberales que intentaron disolver sus comunidades para integrarlos como ciudadanos individuales dentro del poder del Estado-nación moderno. Con una frase eufemística los periodistas describían las fiestas patrias para “la celebración de la separación de la Madre Patria”, así en mayúsculas, mostrando las tendencias hispanista e indigenista que atravesaron el discurso oficial. En Revista de Revistas apareció un balance de las fiestas del Centenario de 1921, afirmaba que:

Han sido trascendentales para el carácter y espíritu del pueblo mexicano, para restablecer el carácter festivo del país, tras una década de enfrentamientos armados, y para volver a colocar en la palestra de la historia nacional la figura de Agustín de Iturbide, del Ejército Trigarante, y de una fiesta de consumación que había dejado, durante décadas, de festejarse.

LA CELEBRACIÓN EN MANOS DEL PNR, PRM Y PRI

En los años 20s llegaron al poder los hombres del grupo Sonora: Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo Rodríguez, Lázaro Cárdenas y en adelante dibujaron la representación de una nación con estructuras firmes, la revolución se institucionalizó con la creación del Partido Nacional Revolucionario, PNR en 1929; el Partido Mexicano Revolucionario: PRM fundado por Lázaro Cárdenas y el Partido Revolucionario Institucional: PRI surgido en 1946.

La post revolución marcó el inició de una cultura nacionalista alentada desde el Estado consciente de la necesidad de contar, ordenar y apropiarse de la gesta revolucionaria llevando agua a su molino.

José Vasconcelos Secretario de Educación de Álvaro Obregón, convocó a concursos literarios con temas sobre la revolución. En 1924 realizó la primera feria del libro en el Zócalo. Encargó a Diego Rivera pintar los murales de San Ildefonso, dando lugar a una narrativa en imágenes, que relata la historia de México poniendo como protagonistas a: campesinos, indígenas, soldados, trabajadores, rodeados con estrellas de cinco picos rojos, hoces y matillos que orientan la revolución a la construcción de la nación socialista. La combativa Escuela de Pintura Mexicana formada, entonces por Diego Rivera, Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Alva de la Canal, Jean Charlot y Xavier Guerrero convivieron con la emergencia de un grupo de exquisitos, Los Contemporáneos, artistas poetas, novelistas, ensayistas y dramaturgos que tenían su mirada puesta en Europa, en busca de ubicar a México dentro del mundo cosmopolita francés y norteamericano. Los muralistas retoman las raíces prehispánicas de la nación y la proyectan al socialismo. Con el muralismo triunfó el movimiento encabezado por los estudiantes de la Academia de San Carlos, que en mayo de 1911 se lanzaron a huelga, no sólo por el cambio del plan de estudios, sino en apoyo a la huelga ferrocarrilera. La prensa se escandalizó, ¿qué tenía qué ver el arte con huelgas obreras? La respuesta se fue tejiendo, David Alfaro Siqueiros escribió en Barcelona Tres llamados a los artistas plásticos de América donde rompe con la representación del artista bohemio, al cual contrapuso la del trabajador de la cultura orgánico con las luchas del pueblo. Insólito, los muralistas cobraban por metro cuadrado, igual salario que un albañil. Único, los artistas constituyeron en 1923 el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Mexicanos, reivindicando el arte público y proponiéndose educar al pueblo contra la burguesía. Sorprendente, los muralistas pasaron a ser miembros del Comité Central del Partido Comunista Mexicano.

Diego Rivera en uno de los paneles del Palacio Nacional pintó a Pedro de Alvarado y a los españoles con expresiones semejantes a los caballos que montan, Hernán Cortés jorobado, patizambo y con expresión idiotizada lo que causó escándalo entre los hispanistas. Rivera se defendió diciendo que su Cortés estaba basado en estudios históricos y antropológicos, que aseguraba demostraban la sífilis del conquistador. Se trataba de crear un mito frente a otro mito que sostenía que los indios eran inferiores. Diego probaba lo contrario pintando mercados indígenas, trazando bellamente centros ceremoniales, trabajadores de textil, plumaria y orfebrería.

Por primera vez chocaron, en la cultura, indígenas contra conquistadores, lucha presente en los murales: hombres brutales vestidos de hierro contra indígenas inermes, Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, la Corregidora, concretan la lucha contra los españoles, la inquisición y la iglesia. La historia patria narrada por los muralistas en los años de la post revolución resucitaron a Juárez, fusilaron a Maximiliano, exaltaron a los hombres de la Reforma y a los de la revolución: Emiliano Zapata, Ricardo Flores Magón, Francisco Villa, Francisco I. Madero, entre otros, forman el panteón de héroes que Diego Rivera, Siqueiros y Orozco encaminan visualmente hacia el socialismo, que ciertamente ha sido parte de nuestra historia y reclama su presencia en la nación revolucionaria.

LA REVOLUCIÓN SE INSTITUCIONALIZÓ

La celebración de la Independencia se oficializó, al igual que el rito del 15 de septiembre, plegándose a la soberbia de don Porfirio Díaz, quien tuvo el capricho de mudar la fecha del inicio de la Independencia del 16 al 15 de septiembre en que celebraba su cumpleaños. El rito cívico se sintetizó en la ceremonia del “Grito”, que recuerda la madrugada en que Hidalgo tomó la decisión de “matar gachupines”, en nombre de la Virgen de Guadalupe y al grito de ¡Abajo el mal gobierno!, ambas consignas fueron remplazadas por los nombres de los héroes consagrados: ¡Mexicanos Viva México! ¡Vivan los hombres que nos dieron patria!, ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Allende! ¡Viva Abasolo!, ¡Mexicanos¡ ¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México! Será hasta López Portillo, que se añadió el nombre de la corregidora; Josefa Ortiz de Domínguez

El nacionalismo oficial contó con el surgimiento del llamado cine nacional, una y otra vez se llevaron a la pantalla historias de la revolución, hacendados ricos, pobres simpáticos, porfiristas engalanados, Villa, Zapata, Adelitas y Valentinas siguiendo a sus Juanes, a fuerza de repetición se redujeron hombres, mujeres, pueblo, nación y revolución a símbolos descontextualizados de la historia. La revoltura se consagro en el Monumento a la Revolución, estructura originalmente pensada para edificar la sede del Legislativo que terminó en mausoleo para los restos de: Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Francisco I. Madero, Lázaro Cárdenas, amigos y enemigos acérrimos acabaron en el mismo sitio, el “Monumento a la confusión” fue deliberado, el ideario de los hombres en el poder era apropiarse incluso de los revolucionarios que ellos exterminaron, así: Emiliano Zapata, Francisco Villa y Ricardo Flores Magón fueron domesticados por la historia oficial, empeñada en homogenizar, unificar en el imaginario colectivo las contradicciones de clases sociales enfrentadas, todos eran parte del mismo proyecto histórico, todos deseaban la misma nación. El poder se engolosinó con su historia, la cual instaló en la mente de los niños por medio de la educación pública, que desde Juárez, se consideró estratégica, forma idónea de .producir ciudadanos engarzados al sistema capitalista que fortaleció la revolución triunfante, encabezada por Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles etc., fracción de la burguesía mexicana moderna.

En las escuelas públicas se ritualizó el civismo, honores a la bandera, cantar el himno nacional el calendario educativo marca fechas patrias: 5 de febrero: la Constitución de 1917; 21 de marzo: Don Benito Juárez; 1 de mayo: Día del Trabajo; 5 de mayo: Batalla de Puebla; septiembre mes de la patria 15 y 16 “Grito” y Desfile militar; 12 de octubre: día de la Raza; 20 de noviembre; día de la Revolución. La independencia se celebra además con verbena popular, el presidente en turno, desde el balcón del Palacio Nacional cumple el ritual de dar el “Grito” ante un zócalo lleno de gente, que goza la iluminación de calles, balcones y ventanas. Las tiendas lucen vitrinas con colores patrios, en las calles se venden: banderas, silbatos, serpentinas. Las campanas se echan al vuelo y el cielo se ilumina con cohetones, abundan sombreros de palma estilo Zapata, se grita ¡Viva México!, cien veces al día. La televisión, a partir de los años 50s del siglo XX, metió a las casas el rito oficial. En estados, municipios, rancherías y delegaciones se celebra la Independencia con fiestas en plazas y parques, reproduciendo el ritual patrio.

HASTA QUE SE AGOTÓ

El nacionalismo oficial fue rasgado por el movimiento estudiantil de 1968, con escándalo las clases políticas de México vieron flotar la bandera nacional a media asta en el Zócalo, los estudiantes la pusieron de luto por los muertos entre sus filas, los golpeados y presos políticos. El desagravio a la bandera mereció redoble de tambores militares. Los hombres de verde olivo junto a los granaderos eran denunciados en carteles, mantas, volantes, canciones creadas por el movimiento popular. En las instalaciones de la UNAM se reunió gente joven, algunos intelectuales, artistas y trabajadores para celebrar el 15 de septiembre en el campus universitario, espacio autónomo convertido, desde el mes de agosto, en trinchera contra el gobierno represivo, anti popular y anti democrático de Gustavo Díaz Ordaz. La fiesta estuvo de lujo con Óscar Chávez cantando; en el Politécnico lo haría Judith Reyes armada con su guitarra. Los símbolos patrios, comenzaron a ondear en otros territorios que disputaban la nación anquilosada en la historia oficial. El movimiento rescató las luchas de los médicos, maestros y ferrocarrileros, cuyos líderes se encontraban presos en el Castillo de Lecumberri, a donde fueron encerrados estudiantes, maestros y artistas por pertenecer al movimiento estudiantil. A la par de la lucha, se construían valores de otra nación, que exigía diálogo público, democracia popular, derogación de artículos contra las libertades políticas, disolución de fuerzas represivas. El presidente y sus corifeos acusaron al movimiento de conjura comunista, lo que hizo que el CGH Comité General de Huelga, desapareciera en las marchas los rostros de Lenin, el Che Guevara, Ho Chi Ming, Mao Tse Tung y se replicará con Zapata, Villa, Flores Magón, Campa y Vallejo, un nuevo contenido histórico sostenía la bandera de los jóvenes que fueron bestialmente reprimidos el 2 de octubre en la Plaza de Tlatelolco mediante un operativo militar ordenado por Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Corona del Rosal, entre otros responsables del crimen de Estado. La matanza dividió al país, acentuándose en la capital, sede del movimiento popular. Las ideas no murieron bajo las balas y bayonetas, antes bien se fortaleció la investigación sobre el país, estudios de política, historia, antropología, filosofía, sociología, psicología y economía se pusieron a la orden del día. La vida universitaria se enriqueció con el debate apasionado sobre la nación, el poder, el Estado, el presidencialismo. Los saberes fueron reordenados abriendo las puertas al marxismo académico. Literatura, teatro, grafica, música protestaban, narraban, denunciaban el agotamiento del nacionalismo oficial en el poder.

Producto del movimiento estudiantil, sostienen algunos intelectuales, fue la apertura política, el PRI abrió canales a otros partidos, afirman que democratizaron las elecciones, único acto cívico, en que se expresa la voluntad del pueblo.

Muchos no se sintieron convocados por la democracia oficial y ensancharon las filas de las guerrillas de Lució Cabañas, Genaro Vázquez, la Liga 23 de septiembre, el MAR, Movimiento Armado Revolucionario, y otros más que acrecentaron su presencia, tomando aliento de la revolución triunfante en Cuba y reescribiendo la historia nacional popular.

NEOLIBERALISMO Y FIESTAS PATRIAS

Y un día la clase en el poder abandonó la historia patria, se desentendió de la nación, al apartarse de la tradición liberal, para presentarse como neoliberal. La palabra se acuñó en los EE.UU. y fue introducida al ritual político oficial por el Carlos Salinas de Gortari quien en su tercer informe de gobierno anunció que ya no éramos liberales sino neoliberales. Para comprender el profundo cambio que esto supone, importa precisar qué es el liberalismo, entender qué se abandonó y qué se puso en su lugar.

¿Qué significa el liberalismo?

Su origen se apoya en la consigna histórica de la burguesía concretada en la Revolución Francesa, acompañada por la ideología liberal característica del siglo XIX y que condujo a la toma del poder definitivo de la burguesía. Su lema central es “Dejar hacer, dejar pasar”, propuesta económica del libre mercado, la libre competencia que, según sus defensores, lleva a un equilibrio natural y espontáneo

La burguesía crece con la propiedad privada y con el funcionamiento del mercado, clave para la expansión capitalista. Como consecuencia de la unión de la propiedad privada y el libre mercado, ocurre, por vez primera en la historia de la humanidad, que los hombres, no propietarios de los medios de producción, tengan exclusivamente su fuerza de trabajo para venderla en el mercado como una mercancía más. El resultado de la implantación de este modo de producción es el surgimiento del Estado-nación, institución fundamental de la burguesía encargado de la regulación de ese mercado, su organización y reproducción. Las constituciones burguesas preservan la propiedad privada, incluyendo las nuestras de: 1824, 1857 y 1917, en las que se identifica modernidad con liberación del mercado y su regulación por el Estado. El poder nos interpela como ciudadanos, que significa el sujeto que se ajusta a las leyes del Estado, del mercado, de la producción y reproducción de mercancías.

En México el liberalismo llegó con la lectura de autores franceses: Rouseau, Montesquieu y Voltair, prohibidas por la Santa Inquisición y leídas por los criollos ilustrados. Otra fuente de nuestro liberalismo lo construyen las logias masónicas, sea la conservadora escocesa venida de Inglaterra o la liberal yorquina de los EE.UU., ambas pretendían instaurar el capitalismo en la recién emergida nación libre, asechada por las garras del imperialismo europeo y sajón.

En México, en tiempos de la Reforma surgen voces de liberales excepcionales, todos ellos revolucionarios que lo mismo escribían una novela o una obra de teatro, que tomaban las armas para conducir un ejército en contra de la invasión francesa, ellos acuñan la singular ideología liberal mexicana.

Ignacio Manuel Altamirano, Vicente Riva Palacio e Ignacio Ramírez son excelentes escritores. Riva Palacio iba y venía de su grupo guerrillero a la capital en donde asistía al teatro, conversaba con su amigo Juan A. Mateos, acordaban que obra estrenar, ganaban dinero que usaban en la guerrilla. México es excepción al contar con esta generación de brillantes liberales que estaban orgánicamente integrados a la reforma del Estado. De manera que en nuestro país la raíz liberal tuvo características tendencialmente revolucionarias. Decimos tendencialmente, puesto que Juárez fue anti comunista, mandó matar a Julio López Chávez y reprimió a Alberto Santa Fe, ambos liberales socialistas críticos de Juárez, quien no sólo mandó desamortizar los bienes de la iglesia sino el de las comunidades indígenas, piedra en el zapato de los liberales que como Juárez soñaba se diluyeran en pequeños propietarios, estilo farmers, obreros que vendieran su fuerza de trabajo a la incipiente industria nacional.

Dentro del liberalismo en Francia se acuñó el concepto de salud pública, (como parte del cumplimiento de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, signados en 1789) entendiendo a ésta de manera integral: física, psicológica, cultural, lo cual marca a los Estados-nación modernos, este concepto se concretó, sobre todo, en la educación que es estratégica para la concepción liberal. En cuanto a la integralidad de la salud pública, en ningún país capitalista se logró, aún en los EE.UU. había y hay hombres que comen en basureros.

En cuanto a la proclamada soberanía del pueblo, (Declaración de los Derechos del Hombre) siempre tuvo ambigüedades, los liberales lo exaltan pero tratan al pueblo como débil mental, lleno de dejadez, vicios, por eso deben ser educados por el grupo de intelectuales encargados de quitarles los vicios y hacerlos ciudadanos. En la tradición ilustrada, ellos se consideran iluminadores del pueblo.

La educación fue muy importante para Juárez quien al construir el gobierno republicano, se encontró con la Universidad cerrada por Maximiliano de Habsburgo, que la consideró un semillero de curas con raíces eclesiásticas. Juárez funda la Preparatoria Nacional, poniendo al frente al maestro Gabino Barreda, educado en Francia con Augusto Comte. Barreda define las características del Estado-nacional moderno mexicano, el cual jamás pudo cumplir con el concepto de salud pública integral, que redujo exclusivamente a la educación consagrada en el artículo tercero, que desde 1857, afirma que debe ser gratuita, laica y para todos.

El liberalismo mexicano también es antiimperialista, lo cual se concreta en las nociones de soberanía y de independencia.

Nuestro liberalismo nada tiene que ver con el neoliberalismo, a pesar de que conserva la consigna de “Dejar hacer, dejar pasar” y el libre mercado, el neoliberalismo no tiene ya ninguna conexión con la raíz popular. El término carece de dimensión histórica, les apura la parte operativa del proyecto, la liberación extrema del mercado; el adelgazamiento del Estado y la invasión territorial.

Salinas de Gortari sostuvo que el Estado liberal había sido proteccionista y paternalista, un Estado obeso propietario de grandes empresas que no saben administrar y que se han convertido en focos de corrupción. Los neoliberales califican de corruptos a todos los sindicatos, que habían sido una necesidad liberal para promover los derechos de los trabajadores, entre ellos elevó a derecho constitucional la huelga como forma de lucha. Si bien es cierto que los sindicatos amarrados al Estado están imbuidos de corrupción, no se vale tirar al niño con todo y el agua sucia.

El neoliberalismo es un nuevo proyecto económico, político y social. Comenzó a operar en 1982 con la aprobación de Miguel de la Madrid y se aceleró en la presidencia de Salinas de Gortari quien inició el adelgazamiento del Estado, la venta de empresas poderosas, antes consideradas propiedad de la nación. Los bienes públicos se volvieron privados, en una venta apresurada que violó la Constitución trasformado con rapidez la legislación, que permitiera crecer el libre mercado, según las necesidades del nuevo modelo económico, que concentró, como nunca, el dinero en unas cuantas manos dejando en la pobreza a la mayoría. Se trata de expandir el mercado a nivel mundial, cobijando a los poderosos, a costa de reducir la capacidad proteccionista del Estado liberal, a pasos agigantados vimos recortes en los recursos a la educación, vivienda y salud popular. La fuerza de trabajo como mercancía perdió sus derechos construidos en la lucha liberal, ya no hay contratos colectivos de trabajo, no jubilación, no aguinaldo, no reparto de utilidades, en violación fragante al artículo 123.

Salinas de Gortari fue claro, al decir que prescindiría del Estado protector y del nacionalismo. Como socio de los Estados Unidos cumplió las medidas establecidas por el Plan Brady: bajar salarios y servicios públicos. Privatización y adelgazamiento del Estado van juntos, y chocan con el proyecto histórico del liberalismo. Se fue al bote de la basura la idea liberal de consolidar la independencia, la soberanía, la paz, orden y progreso. Ahora sólo se trata del progreso de una casta. En los años del salinismo y los subsecuentes vimos el cierre de la industria pesada, la fragmentación de PEMEX, la privatización de las jubilaciones, guarderías públicas pasaron a manos privadas, etc.

El neoliberalismo es la ideología que acompaña a la globalización capitalista en su fase financiera. El mercado queda dominado por trasnacionales La democracia para los neoliberales significa libre comercio, supresión de servicios públicos, acabar con el ideal de la salud integral.

Previendo réplicas populares, como estallidos sociales, echaron a andar la Guerra de Baja Intensidad apoderarse de mentes y corazones, invadir sin necesidad de echar un tiro, cuando esto es posible, enajenando vía los medios masivos de comunicación. Es necesario “quitarle el agua al pez”, dijo un asesor militar norteamericano, replicando la consigna maoísta que sostiene que “el pueblo es a la guerrilla como el agua al pez”, entonces se propusieron envenenar el agua con la industria del espectáculo. Los medios masivos monopolizados se ocuparon de la enajenación masiva. El estudio y la pasión por la historia patria, desapareció o se alteró en los programas de estudio de la SEP y de la UNAM, el primer paso lo dio el Secretario de Educación Pública de Salinas, Ernesto Zedillo borró a los Niños Héroes, desapareció el Pípila, bajo el tono antiimperialista, deslavó las gestas de la independencia, la Reforma y la Revolución. A grado tal, que desde hace cuando menos cuatro años, en el bachillerato de la UNAM, es intercambiable la materia de Historia de la Revolución de 1910 con un curso de fotografía. Ahora, los maestros están denunciando que los nuevos libros de texto gratuitos, del año escolar 2009/10 borraron la Conquista y la Colonia, apostando con ello a la desmemoria histórica. Arma política poderosa, sembrar desesperanza, caos, inculcar la idea de que nada se puede cambiar, que el Estado neoliberal es eterno, inamovible. Marx llama a este juego metafísico: fetichización. Las cosas toman otra apariencia, en este caso una construcción histórica como el Estado-nación moderno, hoy neoliberal, producto de un proceso económico, político y social, que por lo tanto cambia y se puede trasformar, lo que significa que la revolución es posible, sin embargo en el discurso dominante Estado y poder aparecen fetichizandos, sostienen los ideólogos neoliberales que son eternos, inamovibles lo que siembra desesperanza y caos.

Junto con la desaparición del Estado-nación, se acabó el nacionalismo oficial. El cambio a un presidente panista no significó nada, pues los tratados internacionales se firman fuera de la Cámara de Diputados y Senadores. Son proyectos a espaldas de los estados administrados por los mismos tecnócratas neoliberales preparados en Harvard, Princenton y anexas.

Llegamos así al cansado y agobiado siglo XXI con el PAN en el gobierno, la militarización como única salida para legalizar el último fraude electoral de 2006, que dejó al país dividido. Felipe Calderón, no encontró otro recurso que declárale la guerra al narcotráfico, como medio de sacar al Ejército a las calles, decretar estado de sitio, cuando le es necesario, abolir el estado de derecho, cualquier ciudadano puede ser detenido por sospecha, considerándolo culpable de facto. Detrás de la cortina de humo de la guerra al narcotráfico se esconde la persecución a cualquier brote de rebeldía. En los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón se han ejecutado crímenes de Estado sin nombre: Aguas Blancas, el Bosque, El Charco, Acteal, APPO; Atenco, el asesinato de los mineros de Pasta de Conchos, el de la indígena Ernestina Asencio, el de Digna Ochoa, el de las jóvenes triquis del radio comunitario, la prisión injusta de Jacinta, los feminicidios de Juárez y del Estado de México, la criminalización de los migrantes, 50 mil niños muertos al año por causa del hambre (reconocidos por el gobierno), la tolerancia y encubrimiento de pederastas, como es el casco del gobernador precioso de Puebla y sus amigos, 49 niños quemados en la guardería ABC, a lo que su une los ejecutados diariamente (como consecuencia de la “guerra al narcotráfico”) una cadena de injusticias que quedan en la impunidad. Son memoria que duele. “A donde pongo mi pie, mi patria sangra”, decía el poeta salvadoreño Roque Dalton, así sucede en este país al borde de cumplir doscientos años de la Independencia y cien de la Revolución.

SURGE LA NACIÓN EN MANOS DEL PUEBLO

Carlos Salinas celebraba el año nuevo en Palacio Nacional, brindaba con sus socios neoliberales, era considerado el hombre clave de América Latina, país ideal para echar a andar el Tratado de Libre Comercio. Mientras en la otra orilla del territorio nacional un grupo de guerrilleros indígenas tomaron cinco cabeceras municipales. En San Cristóbal de las Casas, Chiapas apareció un hombre con pipa que dio voz a los sin voz, el sub comandante Marcos, cuyo rostro daría vuelta al mundo, las comunicaciones realmente globalizadas dieron en minutos la nueva de una guerrilla de indígenas que declararon la guerra al presidente fraudulento y al Ejército Mexicano. Como Hidalgo en el Cerro de las Cruces, el EZLN declaró que comería en Tres Marías y cenaría en la Ciudad de México. Hidalgo dijo que comería en Cuajimalpa y cenaría en la capital. Retomando la memoria histórica llamó a su primer comunicado El Despertador Americano, en honor al periódico insurgente fundado por López Rayón. Siguiendo las huellas de una historia que se creía enterrada, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional sentó al gobierno a negociar, para lanzar la convocatoria a la Convención Nacional Democrática rememorando la Convención de Aguascalientes de 1914 a la que asistieron miembros del Ejército Libertador del Sur y el general Francisco Villa, entre otros. La CND del EZLN se realizó en la Selva Lacandona, en el campamento de la Realidad sitio en el cual los indígenas construyeron un enorme recinto en forma de caracol, cientos de miles de congresistas pudieron asistir al solemne acto en que los comandantes del CCRI Comité Clandestino Revolucionario Indígena, desarmados entregaron la bandera a un grupo de luchadores, entre ellos a Rosario Ibarra de Piedra. La narrativa histórica tirada al basurero por los neoliberales era enarbolada por los zapatistas. El movimiento causó enorme impacto mundial, fue clasificada como la primera guerrilla del siglo XXI y de un nuevo corte, pues declaraban no querer el poder. Se definieron como indígenas de Chiapas, sin interés en fundar un partido. Por vez primera un movimiento indígena reclamaba un sitio en la nación, ser reconocidos en la Constitución como sujetos de derechos y obligaciones. Respetando sus usos y costumbres, derecho a su territorialidad y autonomía comunal.

Más allá de la caída de la URSS y del capitalismo enfrentados en la Guerra Fría, los nuevos zapatistas exigían ser reconocidos como fuerza beligerante, tenían derecho a cubrirse la cara para dar la cara por los muchos callados de hambre o muertos de muerte natural, una gripe, una diarrea, cualquier eventualidad los lleva a la tumba, aún por enfermedades curables.

La memoria histórica, sustancia para construir Otra nación, escrita en mayúsculas, otra política, otra vida, otra posibilidad comunal, otra dignidad, otra libertad, otro amor, otro lenguaje, colorearon la vida nacional, reviviendo sucesos, hechos, poniendo la independencia, la soberanía y la revolución sobre la mesa de discusión. El movimiento se identificó como auténtico, nadie pude negar los derechos de: vida, trabajo, cultura, tierra, educación, vivienda, paz, libertad, justicia y democracia. Una democracia donde se mande obedeciendo. Como un balde de agua fría cayó el levantamiento indígena entre empresarios y administradores socios del Estado neoliberal, trasnacionales y jefes militares de la CIA aguzaron los oídos. Durante varios meses la voz cantante la marcó el EZLN, disputando tiempos y espacios al Estado neoliberal que nació fracasado al haber paralizado las fuerzas productivas nacionales en aras del desarrollo voraz del capitalismo financiero trasnacional, que en pocos meses mostró su incapacidad para superar su contradicción principal, el haber abandonado la conducción económica, que es política en aras de hacer negocios vía un Estado sin nación. La voz del EZLN dio voz a la nación que veíamos agonizar en manos de los neoliberales, de allí su impacto político y moral, nacional e internacional.

Hoy nos encontramos en medio de la debacle del modelo neoliberal, la crisis financiera bursátil de los EE.UU., declarada a mediados del 2009 y la funesta repercusión en sus países periféricos, viene a sumarse, en México, con el desprestigio moral, político y social del Estado sostenido en las fuerzas militares, paramilitares y los monopolios de televisión. Por esos laberintos andamos cuando el Estado vacío de nación encara las celebraciones del Bicentenario y el Centenario, ante lo cual se halla inerme, carente de discurso nacional.

Durante años el neoliberalismo de derecha ha intentado rehacer su historia, desenterrando a los Cristeros, consagrando al padre Pro, proponiendo construir una capilla con 90 millones, según voluntad del gobernador de Jalisco, alentando la investigación de personajes conservadores como la señora Concha casada con Miguel Miramón, que fue fusilado por traidor a junto con Maximiliano y Mejía, en 1867. Su torpeza los llevó a diseñar el vestido que portaría Miss México, en el concurso de belleza mundial, alguien tuvo la ocurrencia de bordar en la amplia falda estampas de maestros desorejados por los cristeros y la leyenda ¡Viva Cristo Rey!

El intento, hasta ahora, no les ha salido bien, a pesar de las alianzas entre el Yunque, el Opus Dei y el PAN, no han podido legitimarse en medio de la debacle económica, política y moral en que se hunde el país.

El hueco de la historia oficial lo ha venido ocupando el pueblo organizado tanto en guerrillas: EZLN, EPR, ERPI, FARP y muchas otras, que se han dado a conocer proyectos de otra nación, otro país. Junto a la apuesta armada aparecen movimientos populares, algunos de los cuales han logrado permanecer en el tiempo, articulándose con otros movimientos tal es el caso de: La Otra Campaña, el Frente por Defensa por la Tierra, la APPO: Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca con sus escisiones y reacomodos internos, los deudos de la mina Pasta de Conchos, Los Pancho Villas Independientes, la CNTE, el SME, CNI, MAÍZ, organizaciones de derechos humanos: Fray Bartolomé de las Casas, CENTRO Miguel Agustín Pro Juárez Prodh, Comité Eureka, HIJOS; CENCOS, el plantón por la libertad de los presos políticos en Molino de Flores, el Comité Hermanos Cerezo, Mujeres sin miedo, Mujeres de arena, entre otros, han logrado una difusión importante en la prensa no vendida y en el Internet.

El problema de rescatar la nación y dar marcha atrás al neoliberalismo forma parte de movimientos internacionales, llamados antiglobalifóbicos.

¿Cómo podrán los hombres en el poder echar a andar un discurso histórico, nacionalista, capaz de producir identidad, orgullo de un pasado y anhelos de un futuro común? Los gobernantes frente a la celebración del Bicentenario y Centenario se encuentra ante el reto de contar la historia patria, esa que echaron al olvido, bajo la consigna neoliberal que proclamó, que al caer el muro de Berlín, arribábamos al fin de la historia.

EL GRITO SE SALIÓ DE LAS MANOS DEL ESTADO

Imposible olvidar la noche del 15 de septiembre de 2006, cuando el presidente Fox y su esposa Martha hubieron de cambiar la sede del “Grito”, aduciendo que había un complot para matar a Vicente. El presidente desprestigiado y su esposa odiada por el pueblo, se mudaron a Dolores Hidalgo, Guanajuato, sitio en dónde Hidalgo inicio el levantamiento de la independencia. El motivo real, y conocido era que Manuel López Obrador, quién con sus seguidores, había ocupado el zócalo y gran parte de avenida Reforma con un platón en contra del fraude electoral perpetrado en julio de ese año, anunció que se daría el “Grito” en la casa del antiguo Ayuntamiento, sede del gobierno del Distrito Federal, en manos del PRD, partido al cual pertenece López Obrador. El 15 en la mañana se levantó el exitoso plantón que contó con un nutrido número de personas que aguataron lluvias, insultos, amenazas y calumnias permaneciendo 47 días en el corazón de la ciudad siendo apoyados por la población del DF.

A las 23 hrs., se realizó la ceremonia encabezada por Alejandro Encinas reconocido obradorista Por la televisión se vio el desangelado “Grito” oficial, simbólicamente derrotado.

El fraude electoral costó a los neoliberales la legitimidad política. Lo que se expresó el 16 de septiembre del 2006, en que Andrés López Obrador fue elegido, vía voto directo, presidente legitimo de México, nació ese día la Convención Nacional Democrática, en referencia a la de Aguascalientes 1914, una ventana más a la historia abandonada por el neoliberalismo.

Otro histórico, “Grito” fue que dio Felipe Calderón, en 2007 rodeado de militares, incluyendo la vestimenta de sus hijos color olivo. Se iniciaba el camino al autoritarismo fascista del país en manos del Ejército Mexicano, único sostén que encontró Calderón y su grupo mafioso, para afianzase en el poder.

Como consecuencia de su torpeza política, el 15 de septiembre del 2008, en Morelia Michoacán, un grupo de narcotraficantes, dijeron, explotó bombas de fragmentación matando e hiriendo a personas que se encontraban en la plaza Melchor Ocampo y sobre la avenida Madero gozado del ritual patrio.

PREPARATIVOS PARA LA CELEBRACIÓN

En marzo de 2006, Vicente Fox integró la Comisión para los festejos del Bicentenario y el Centenario nombró al frente al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del PRD, en discrepancia con Manuel López Obrador. El fraude de julio, obligó al ingeniero a renunciar, arguyendo su filiación política en tiempos de agudización de las contradicciones entre la izquierda reformista y la derecha fraudulenta en el poder.

Felipe Calderón dijo que él se ocuparía de los festejos, nombró a CONACULTA como organizador de las celebraciones y a Rafael Tovar y de Teresa como coordinador, quien a los pocos meses también renunció. Actualmente y a escasos meses de llegar al esperado 2010 se encuentra por parte del poder federal encargado de las celebraciones el historiador José Manuel Villalpando, por su parte el gobernador del DF, Marcelo Ebrad, nombró al maestro Enrique Márquez .

A mediados de agosto de 2009, se anunció que todos los proyectos culturales del Estado estarían encaminados a las celebraciones patrias.

¿Cuál historia van a celebrar?

Por los vientos que corren y aparecen en periódicos, revistas y colecciones, se dibujan distintas tendencias en torno las celebraciones. Gabriel Zaid se pregunta ¿Qué vamos a celebrar?, el autor escribió en el periódico Reforma, un artículo con el titulo. “Los asesinos que nos dieron patria” Parte de la tesis de que los aristócratas, por razones nobles o prácticas, fueron los primeros interesados en tener presente su pasado y asumirlo orgullosamente, el autor afirma: “que la novelización de los orígenes es atractiva y ha pasado de las tribus, a la aristocracia y de esta a la historia oficial de los Estados modernos. Siendo que en el siglo XIX se multiplicaron los gloriosos orígenes nacionales, las banderas, los Padres de la patria.” Elogia el rescate de pequeñas historias personales y locales, para terminar afirmando que “no se puede glorificar a Francisco Villa, pues es un asesino”. En cuanto a Miguel Hidalgo, sostiene que: “abandonó el fomento de talleres artesanales, viñedos y la crianza de gusanos de seda para lanzarse a “coger gachupines” y a usar la imagen de la Virgen de Guadalupe para legitimar un movimiento que degollaba civiles prisioneros. Fue un irresponsable, como Francisco I. Madero en 1910, cuando abandonó la lucha cívica para legitimar un movimiento donde destacaron asesinos como Rodolfo Fierro.”

Cita a Enrique Krauze, quien sostiene “no celebrar en 2010 estas dos fechas sino dos largos siglos de construcción nacional.” Pues con razón, afirma Zaid: “El 16 de septiembre de 1810 y el 20 de noviembre de 1910 no son fechas gloriosas. Interrumpieron, en vez de acelerar, la construcción de un país. Destruyeron muchas cosas valiosas. Causaron muertes injustificables, califica de “desastres” lo ocurrido en la Independencia y la Revolución. Termina afirmando que “México no empezó hace doscientos años. Los verdaderos Padres de la Patria no son los asesinos que ensalza la historia oficial, sino la multitud de mexicanos valiosos que han ido construyendo el país en la vida cotidiana, laboriosa, constructiva y llena de pequeños triunfos creadores”

Queda así establecida una de las tendencias que está suscitando las celebraciones. No hay nada que celebrar. La debilidad teórica, de Gabriel Zaid, y sus fobias a la historia nacional, son evidentes, ¿a quién se le ocurre que la historia de los Estados nación, surgieron de las búsquedas de blasones de los aristócratas?, tal vez a él y al citado historiador Enrique Krauze, que por lo visto alientan la tendencia que pregunta ¿Qué celebramos?, con lo que se pretende desacreditar las gestas de la independencia y la revolución. Los seudo historiadores deben estar afilando cuchillos para destrozar la historia patria, son parte de la inteligencia neoliberal que no reconoce ni nación ni patria y que ha justificado al Estado como mero ejecutor de negocios trasnacionales.

En el periódico La Jornada apareció una editorial de Marco Rascón, “El corazón del Centenario”, que marca otra tendencia, el autor recuerda que hace cien años los festejos del Centenario expresaron la existencia de un gobierno fuerte con una economía sana. Elabora una lista con la cantidad de monumentos, obras públicas, bailes, desfiles que integraron las fiestas. “Hace cien años, a sólo un par de meses de estos festejos, que buscaban transmitir estabilidad y poder, el país estalló en pedazos” Y continua “Para nuestras fiestas del Bicentenario la disyuntiva es si los gobiernos van a querer correr una cortina sobre lo que realmente somos y hacer de la conmemoración una fiesta del poder, del autoelogio y la opulencia inmobiliaria” Rascón hace un llamado a que la conmemoración sea capaz de abrir un debate nacional, la reflexión de lo que somos y nuestra relación con el mundo “….a casi doscientos años de Bicentenario y cien de la Revolución, es el momento para expresarnos todos y estar presentes como somos. La fiesta sólo será tal, si es incluyente y no se pretende, como Porfirio Díaz, esconder la bomba que le estalló en las manos”

Marco Rascón, pregunta: “¿Qué y cómo vamos a celebrar nuestra realidad hoy? ¿Qué sucederá en esa fecha cargada de simbolismo?”, pues el México bronco se ha levantado cada cien años reclamando una nación justa, libre y democrática.

Paco Ignacio Taibo II, en un artículo aparecido en La Jornada, Regresa Hidalgo, y se han vuelto locos, con el su sentido del humor característico enumera las propuestas que la Federación sugiere para celebrar los aniversarios de las revoluciones:

“La liberación de la variedad de papa Corregidora”, la creación de un recinto ferial en Tamaulipas, la iluminación del Cristo de Noas en Torreón, la publicación de un libro resumen sobre la campaña de influenza, la edición de “La historia de la milagrosísima imagen de nuestra señora de Ocotán”, entre las más de mil 800 propuestas, que el autor califica de sandeces, propias del nacoburguesía, (naco, no narco) que carecen de identidad nacional. Enumera, también, algunas iniciativas que tienen sentido, como “la de rescatar el Colegio de San Nicolás como patrimonio histórico, la realización de un coloquio histórico nacional sobre la conspiración de Valladolid, que hace el gobierno de Michoacán, o la construcción de la nueva sede del Archivo General de la Nación, que propone la Secretaría de Gobernación, o la rehabilitación de las casas natales de Hidalgo, Allende y Morelos, o la iniciativa de Chiapas de hacer un concurso de grafitis sobre las revoluciones, es interesante la difusión de materiales en Internet, pero todo esto son perlas en un camión de basura”

También es interesante la colección de libros titulados Charlas de café con…, editada por La Jornada y Grijalbo, apareció en los puestos de periódicos, tuvo el encanto de traer al presente, algunos de los personajes de la independencia y la revolución: Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, José María Morelos, Agustín de Iturbide, Vicente Guerrero. Doña Josefa Ortiz de Domínguez, Ricardo Flores Magón, Pancho Villa, Emiliano Zapata, Porfirio Díaz, Belisario Domínguez, Venustiano Carranza, Victoriano Huerta, los Hermanos Serdán, Felipe Ángeles, Francisco I. Madero y Álvaro Obregón, todos ellos llegaron a nuestro siglo con distintos pretextos y recordaron pasajes de sus vidas.

La Revista Proceso está publicando Fascículos del BICENTENARIO, al igual que están apareciendo la Revista Relatos, Historias de México, el Instituto Mora editó dos revistas Bicentenario 1810,1910, 2010, con documentos coleccionables: Acta del Ayuntamiento de México y Programa del Partido Liberal Mexicano, la Fundación Conmemoraciones 2010, A.C., publicó un libro Parafernalia de la independencia, acompañada por un CD con la voz de Porfirio Díaz; apareció el primer número de 20/10, Memorias de las revoluciones de México, seguramente muchas más se irán sumando en relación a las conmemoraciones. Lo que distingue, a las que menciono, es que en algunos casos, contienen un rico testimonio de fotografías, pequeñas reseñas, artículos de fondo sobre algún aspecto, virtuosismo en reproducir la vida cotidiana de entonces, revivir a los protagonistas y los acontecimientos, procurando información interesante.

Comienzan a aparecer páginas web, de distintas instituciones académicas, con imágenes, videos, música que nos acerca a los acontecimientos, pero carece de un discurso nacionalista critico, más bien apuntan a fragmentar las historias, distraer con anécdotas etc., de qué otra manera puede ser, si la SEP y la UNAM promueven la desmemoria histórica.

En el Canal 11, de la televisión, aparecieron algunos capítulos dedicados a las celebraciones, unos dramatizados y otros en forma de conferencias. Televisa ha anunciado una serie dedicada a las mujeres de la independencia y seguramente seguirán apareciendo programas y telenovelas que saturarán el espacio mediático con banalidades e inexactitudes propias de los “culebrones” llamados de época.

Soy de la idea de que es necesario alentar una reflexión que englobe la situación en la cuál se llevan a cabo estas celebraciones. Una visión que sintetice su significado político, en tiempos en que la historia de la nación se ha convertido en un bastión de lucha ideológica.

CONCLUSIÓN

La nación ya no camina a lado del Estado neoliberal cuya naturaleza es antinacionalista, la nación ha regresado al pueblo, su legítimo dueño, ya que en él recae la soberanía inajenable, como la llama Morelos y Pavón. La historia ya no se aprende en las aulas escolares, pues la han borrado, ahora se aprende en un plantón, en una huelga, en los movimientos populares que claman: justicia, libertad y democracia. Es en las calles donde se sabe que el neoliberalismo es un proyecto fracasado, cualquier obrero despedido comprende que se han trabado las fuerzas productivas, lo entienden los profesionistas en busca inútil de trabajo; están conscientes de debacle cientos de miles de migrantes que no encuentran acomodo en el territorio nacional, se huele la agonía del Estado incapaz de protegernos, procurar justicia, están al corriente de la podredumbre los presos, torturados, desaparecidos y familiares de los asesinados cotidianamente. Hay una mayoría que no encuentra identidad con el Estado, no se siente representado por partidos políticos ni tienen confianza en los procesos electorales

Desde la perspectiva de los excluidos, marginados, analfabetos, oprimidos y explotados es donde se gesta una propuesta necesaria contra del poder del Estado. La nueva nación emergerá en la tradición de movimientos campesinos, obreros, indígenas, estudiantiles, de derechos humanos, en sus gestos, sus actitudes, sus recursos discursivos, es donde aparece un sentido simbólico de otra nación por nacer en mayúsculas como la llama el EZLN.

Gramsci, el compañero comunista italiano que pasó gran parte de su vida en la cárcel, nos dejó una reflexión valiosa para estos tiempos, decía: hay una ideología que crece fuera de la dominante, se fortalece en la réplica, a la que él identifica como ideología dirigente que suma solidaridad, alienta la posibilidad de otro horizonte común. Esta tradición tiende a imponerse a la ideología dominante, su perspectiva es vencer a este poder, proyectar un nuevo Estado, un poder alternativo, una nación en que quepamos todos los desplazados y abandonados por el poder dominante.

En las luchas que se multiplican por el país, queda claro que el Estado actual ya no pudo resolver problemas tan sencillos como que la gente no muera de hambre, o de enfermedades curables. Esta aberración, ya no la puede resolver el Estado neoliberal, sólo el pueblo construyéndose soberano podrá fundar otra nación, la que efectivamente cumple doscientos años de luchar por la independencia y cien de batallar por una revolución radical. Es por ello que las banderas tricolores, el himno nacional, la memoria de Morelos, Hidalgo, Allende, Zapata, Villa, Flores Magón, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez caminan en otro espacio fuera del Estado neoliberal que las tiró al basurero. A este recuento convocan las celebraciones de la Independencia y la Revolución. ¿Para qué, con quién celebrar el Bicentenario y el Centenario?

Villa Olímpica, 6 septiembre2009

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